domingo, 16 de agosto de 2015

Ahora, Shakespeare

Ahora, Shakespeare.  
No se si escribirlo con mayúscula, con negrita o con mayúscula-negrita-cursiva-subrayado. Suena fuerte, si. 
Mis dos años anteriores en los que estudie teatro nunca me sentí tan poderosa, ¿o tan débil?. Quizás ningún nombre me resultaba tan pesado cómo William. Y ni hablemos si le ponemos el apellido. 
Mi profesora nos dijo que William debe ser nuestro amigo, que debemos bajarlo del pedestal. (¿O subirnos?). 
La miré extraño. 
¿Cómo bajo a la bestia de las nubes sin romperme todos los huesos, sin morirme, sin llorar?.  
Se lo debería haber preguntado pero no me animé, iba a quedar cómo la que piensa demasiado todo, que en realidad es verdad. 
Había que leer y elegir un monólogo. 
Elegí Ser o no ser, creo que fue mi inconsciente. Después de todo, así es, acá sos o no sos, acá elegís ponerte a la altura del monstruo gigante o te subís vos a la altura de él, si no, no hay chances. 
Entonces, elijo sumarte a los enormes qué me trataron tan bien: Tennessee (qué tal vez sean familiares), Miller, Chèjov... Y otros tantos...
 Vení, Willy, hacete amigo, recordemos aquel tiempo en el que observabas los teatros y escribías mientras cuidabas carretas en la calle, vamos a cantar tus monólogos juntos.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario