viernes, 10 de abril de 2015

Inconsciente

Nunca me detuve detalladamente en un abrazo. 
Siempre quise, pero nunca pude con él. 
Hay veces que me acuerdo que quiero hacerlo a los dos segundos de habernos soltado. 
¿Por qué me pasa ésto?, ¿Por qué mi cabeza no puede estar consciente justo en ese momento?. 
Retrocedo hacia un recuerdo bien guardado, el abrazo más lindo entre él y yo, el que menos pude capturar conscientemente, pero no sé cómo, habita en mi piel cómo si fuese mi noveno tatuaje, así de infinito y eterno. 
Entonces me detengo ahí, nuevamente y digo: No pensamos en abrazarnos, no lo planeamos, y menos de esa forma tan inexplicable. 
Lo que quisiera saber es cómo mi cuerpo retuvo esa sensación, si mi mente y mi alma estaban fundidas integramente adentro de él... Y yo tan inconsciente, tan inconsciente cómo una esponja. 
Si, eso, eso fui, una esponja que absorbe todo, cada latido y cada molécula suya, sin darme cuenta en lo más mínimo.
Y ahora comprendo todo. 
Y me detengo fijamente en mi tatuaje y en nuestra mirada al soltarnos, y en la no necesidad de la cabeza cuándo el corazón es el grabador perfecto. 
Nunca más voy a querer estar consciente , porque el día que pase, me voy a dar cuenta de que no amo más. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario