martes, 28 de junio de 2016

Sordera inducida

Mientras la mosca habla, yo como cereales. 
Son crujientes y grandes, de nuez. 
Hace tantos años que la mosca zumba en mis oídos, que ya descubrí un montón de técnicas para que no me perturbe del todo. 
Ayer a la noche, lloré mucho con los auriculares puestos, para que sus patas no me toquen ni un centímetro de oreja. Y la música y el llanto, sonaban, más alto que su peste. 
Hoy, desayuno esos cereales. Mientras mastico de a cuatro, de a cinco, me aturdo. El crujiente se apodera de mis tímpanos, cuánto más me meto en la boca, más ruido hacen. como si abollaran papeles al lado de mis oídos sin parar. 
La mosca no lo sabe, no sabe que tengo mis técnicas, no sabe que no me llega a lastimar, no tiene ni idea de que siempre algo me salva. 
La mosca no sabe de mis cereales cuadrados de nuez, ni de mi llanto, ni de mis canciones, ni de las heridas que dejan sus palabras. 

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