jueves, 16 de junio de 2016

16.6

Veo un charco de barro y pienso en la sensación inigualable que sería hundir mis pies allí, y dejar huellas hasta llegar a mi casa. 
Pero no lo hago, me mancharía toda, quedaría como una ridícula, entonces lo dejo pasar y sigo camino. 
Cuándo llegó a mi casa me pregunto: ¿Por qué no cumplí mi deseo? Era tan sencillo, sacarme las zapatillas, agarrarlas, hundir los pies, y empezar a caminar. Lo mismo que hice. ¿Cuál era la diferencia de llegar sucia? Si tengo agua para limpiarme en segundos, si tengo toalla para secarme después... ¿Por qué no lo hice?. 
Por miedo a quedar extraña ante los demás, porque pensé en el qué dirán, porque pensé en ellos y no en lo que quería en ese momento.
Mañana voy a volver a pasar por el charco de barro y voy a volver sucia a casa, después de todo, será una anécdota más tanto para mí, como para los que lleguen a sus casas sorprendidos a contar en la cena familiar lo que han visto: "una loca andaba dejando huellas de barro por la calle, sin pudor, y sonreía" y si, soy una loca que quiere dejar huellas, huellas sanas, de barro, de honestidad, de deseo puro, por todo el mundo. 

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