Me debilito. caigo. Lloro. Me abrazan. Paro. Me seco. Me enderezo. Me reconstruyo. Simulo tener huesos. Camino. Sigo caminando.
Pasan las horas.
Me acuesto y cada uno de mis huesos calcan su forma en el colchón.
¿estoy entera?
No lo creo.
Hoy me despedace cómo una galletita de manteca, pero no me preguntes cómo, me uní otra vez.
Calculo que así funciono, construyéndome después de las catástrofes emocionales, todo el tiempo.
Soy peso muerto, soy aire, soy todo lo que no es.
Pero mi raíz de vez en cuando se riega, con una sonrisa, con un abrazo, con un latido de corazón. Y ahí es cuándo me acuerdo que vivo, que siento, que soy, Que mis pies son parte de la tierra.
Siempre espero que el alma que sabe alimentar la raíz aparezca y no desaparezca nunca más.
Escribir es un sutil modo de no cargar con tantas cosas sola, es cómo un "me pasa a mí, pero toma, te comparto un poco de mi mierda y de mis alegrías". Me gustó darme cuenta de eso, y con ésta razón y porque me gusta expresarme, acá estoy con un nuevo espacio dónde les voy a mostrar un poco más allá de lo que se ve. Bienvenidos a mi mundo
sábado, 31 de enero de 2015
De raíz
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