viernes, 10 de octubre de 2014

Noches rotas

Almas inquietas, voces escondidas silenciosas, historias diluidas en un vaso de alcohol. Cristales rotos inmersos en la oscuridad, caras borrosas con miradas perdidas.

Un bar, una calle, un ser, y mil vidas en una.
La soledad pisa, invade.
Camina sin rumbo hacía lo desconocido, bajo los efectos tóxicos de una noche desequilibrada.
Sus ojos se pasean con olor a disturbio, a miedo encerrado y a una historia que intenta quemar.
Se refugia en ese vaso repleto de líquido que dice ser la salida y la cura a la soledad, ese líquido que dice ser compañía.

Sigue caminando, percibe callejones sin salida y andenes perdidos, va en busca de un hilo de luz que lo ayude a escapar de ese eterno sentimiento interno, que le golpea cada célula y le martilla cada órgano sigilosamente.

Se cansó de andar por la nada, se sentó en el umbral y apoyó sus pies en los duros adoquines.
Mira pasar el tiempo que se funde en el viento.
Sintió en carne viva la propia muerte en vida y olfateo infiernos mezclados con cielos.

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