Era una galaxia formada de tiempo, espera y magia, era infinita y de colores que variaban. Yo podía verla, percibirla e intuirla, era cómo parte de mi alma, cómo algo que ya había nacido conmigo.
No comprendía el motivo de la existencia de ese mundo que habitaba dentro del mío, pero lo sentía tan sincero que me acariciaba el alma. Una sensación qué venía descubriendo hace un tiempo, que me venía seduciendo, y aunque en su momento me dio mucho miedo, sin pedir permiso se diluyó en mi ser para siempre.
Cuándo confie mis sensaciones, escuché que esa galaxia se llamaba amor.
Claro que yo ya lo sabía, pero decirle "amor" me sonaba muy trillado, muy chico, muy de todo el mundo.
¿Cómo pretendían llamar "amor" a algo tan gigante, tan universal cómo lo es él?.
Escribir es un sutil modo de no cargar con tantas cosas sola, es cómo un "me pasa a mí, pero toma, te comparto un poco de mi mierda y de mis alegrías". Me gustó darme cuenta de eso, y con ésta razón y porque me gusta expresarme, acá estoy con un nuevo espacio dónde les voy a mostrar un poco más allá de lo que se ve. Bienvenidos a mi mundo
martes, 9 de septiembre de 2014
Galaxia
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario